En días pasados quizá pasó completamente desapercibido para muchos, pero los consumidores le dieron una lección dura y maciza al capitalismo progre.
Verán: a Bud Light se le hizo buena idea que su última compaña publicitaria fuera encabezada por Dylan Mulvaney, una mujer transexual. Y el mercado en cosa de horas le hizo saber a Bud Light que su decisión no era bien recibida, los inversionistas, conscientes de que la campaña publicitaria no sería bien recibida por sus consumidores comenzaron a vender sus acciones de la empresa y para cuando la bolsa cerró, Bud Light había visto desaparecer siete mil millones de dólares en capitalización. SIETE MIL MILLONES!
Las reacciones en redes por parte de los consumidores tampoco se hicieron esperar, la cerveza se quedó en los anaqueles e incluso hubo quien de plano compró varias cajas para luego dispararles con un rifle automático, porque pues, Estados Unidos.
Y el tema, no es sobre la mujer trans que aparece en la lata y los posters de la nueva campaña, el tema es la imperiosa necesidad de la agenda progre de llenar cada espacio publicitario, guión cinematográfico, discurso público, órganos de gobierno, eventos deportivos, concursos de belleza, redes sociales, en absolutamente todo. Por que sí. Y ya basta.
Cada día queda más claro que las mujeres transexuales compitiendo contra otras mujeres en sus propias categorías les arrebatan títulos y récords, cuando en sus categorías masculinas, antes del cambio, eran atletas mediocres. Cada día, mas mujeres ven desaparecer oportunidades a manos de mujeres trans que son elegidas no por ser mejores o por alguna razón de peso, sino por el simple hecho de que cumplen con un argumento de inclusividad.
Ya basta de que la agenda progre lo abarrote todo, todo el tiempo, sin argumentos y solo por estridencia.
Ojalá y el mercado, le siga dando lecciones a las empresas de que ya no estamos dispuestos a aceptar supuesta inclusión a la fuerza por el mero interés de quedar bien con un grupo cada vez más intolerante y aberrante. Y si quieren poner su dinero para aprender a la mala esas lecciones, allá ellos.