Obviamente queda mucho tiempo hasta que se pueda considerar como candidato a cualquier y en temas políticos es muy común que del plato a la boca, se caiga la sopa.
Pero, lo cierto es que, en un escenario donde no se barajaban nombres contundentes para hacer frente a un partido oficial que tiene todo el dinero del gobierno y el respaldo del presidente, la repentina participación de Xóchitl les movió el tapete a todos, empezando por el señor que habita el palacio.
Y a muchos les gustó la idea. Si bien el nombre de Xóchitl ya había sido mencionado multitud de veces, la veían contendiendo a la gobernatura de la Ciudad de México, rivalizando con otros nombres como Sandra Cuevas y enfrentándose a la carta fuerte de Morena en la CDMX: García Harfuch.
Pero no, Xóchitl de plano decidió que quería competir en la mesa de los niños grandes y tan pronto anunciaron los cuándos y los cómos para definir a los candidatos, puso su nombre sobre la mesa. Y fue tan contundente que de plano movió las aguas: de trancazo varios de los que ya habían empezado la carrera, se hicieron a un lado, entre ellos Lilly Téllez que si bien había sido contestataria, no terminaba de convencer a la oposición, entre muchas cosas, porque procedía originalmente de Morena y en 2018 hizo campaña abiertamente por la persona que hoy critica a grito pelado.
Xóchitl se convirtió de plano en una piedra en el zapato del oficialismo, el presidente se había enfrascado en los nombres que ya estaban sonando y dijo que todos eran de plano gente de Claudio X. González y que eran los que defendían los privilegios y que eran puros hombres a diferencia de su corcholata preferida: Claudia Sheinbaum, pero a pesar de que está acostumbrado a ver con mucha anticipación lo que se le viene, Xóchitl le cayó de sorpresa: una mujer, sin conexión obvia con los nombres de siempre en los partidos tradicionales, indígena, con orígenes mucho más humildes que su corcholata, sin escándalos asociados a su nombre y con mucho carisma.
Y todo eso es una enorme desventaja, Sheinbaum, quien se perfila para ser la candidata del oficialismo, carga en su espalda con las muertes del metro, tiene el carisma de un flan mosqueado, no conecta con la gente, sus orígenes la ubican en una familia acomodada y se le nota ya un desgaste notorio.
Ya veremos, pero lo cierto es que, Xóchitl Gálvez le acaba de meter sabor a una contienda que se notaba desabrida y poco atractiva.